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Entrevista con José Manuel Nicolau

Experto y divulgador de la restauración geomorfológica

¿Quién es José Manuel Nicolau?

Soy profesor titular de ecología en la universidad de Zaragoza y coordinador del grupo de investigación de Restauración Ecológica reconocido por el Gobierno de Aragón. Colaboro desde hace más de 15 años con José Francisco Martín Duque y su equipo en hacer de la Restauración Geomorfológica la base de la Restauración Ecológica en la minería. Me formé en el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) donde realicé mi tesis doctoral sobre geomorfología de las restauraciones de las minas de carbón a cielo abierto de Teruel. Trabajé en desertificación tres años en la Estación Experimental de Zonas Áridas (CSIC) de Almería y un año en el Kings College of London. Pasé 14 años en la universidad de Alcalá donde desarrollé mi vocación docente y la línea de investigación en ecohidrología de restauraciones mineras. Y desde hace 10 años trabajo en la universidad de Zaragoza, campus de Huesca, donde me dedico a la formación de los jóvenes aragoneses interesados en el medio ambiente, a desarrollar y divulgar la Restauración Ecológica con base Geomorfológica en la minería y a promover la conservación de la naturaleza –de los servicios que proporcionan los ecosistemas- como fuente de desarrollo en el actual contexto de despoblamiento rural.

En el proyecto Tecmine trabajo conjuntamente –mano a mano- con Jaume Tormo, compañero-profesor de ecología en el campus de Huesca, así como los compañeros de la Complutense, Cristina, José Francisco y Nacho. Estamos centrados en analizar la respuesta hidrológica de los paisajes restaurados y sus efectos sobre la vegetación. Para ello, medimos mensualmente la humedad y la temperatura del suelo en las restauraciones GeoFluv, en los taludes convencionales y en un ecosistema natural, de referencia. Queremos comprobar la hipótesis de que las restauraciones GeoFluv, al experimentar menos desarrollo de regueros y cárcavas, van a infiltrar más agua de lluvia, por lo que van a ofertar más agua a las plantas. No hay que olvidar que el agua es el factor limitante en el mediterráneo. Además, queremos ver la probabilidad de germinación en Riodeva de una serie de especies vegetales que se utilizan habitualmente en restauraciones mineras. Para ello, en el laboratorio estamos midiendo sus requerimientos de humedad y temperatura que compararemos con las condiciones que se dan en las restauraciones GeoFluv de Riodeva.

Por otro lado, hacemos el seguimiento de las formas erosivas, mediante análisis de imágenes tomadas con dron y medidas directas de los regueros en campo. Ello forma parte del Trabajo de Fin de Máster de Andrea García, co-dirigido por Nacho Zapico.

¿Qué ha supuesto la llegada del método GeoFluv a España en la comunidad científica y académica?

La investigación en restauraciones mineras que lleva a cabo el mundo académico en España está centrada principalmente en los aspectos de revegetación. También el manejo del suelo ha recibido atención, principalmente en relación a las enmiendas orgánicas (aplicación de lodos, etc). Sin embargo, la parte de restauración geomorfológica –de la que el método GeoFluv forma parte- ha recibido menos atención de los investigadores españoles. De hecho, la mayor parte de los estudios han sido desarrollados por nuestro grupo de investigación desde la universidad Complutense, universidad de Alcalá y universidad de Zaragoza.

Y llama esto la atención porque es sabido que la principal causa del fracaso de las restauraciones mineras en España y en la mayor parte del mundo es la acción erosiva de la escorrentía debido a las topografías abruptas, tipo talud-berma, que habitualmente se construyen.

La comunidad académica española, creo que ha recibido con mucho interés e incluso con admiración los resultados prácticos, aplicados, de las restauraciones geomorfológicas, que son realmente vistosas, además de efectivas. Y también han valorado las investigaciones más básicas encaminadas a conocer el papel de la escorrentía y la erosión en el funcionamiento de los paisajes mineros restaurados.

Eres el responsable del seguimiento de varias zonas restauradas en España con el método GeoFluv. ¿Qué aspectos comunes has identificado en dichas restauraciones?

En el plano técnico, las restauraciones con base GeoFluv de CEMEX en Campredó (Tarragona) (canteras de Aurora, Pastor I y Pastor II), de CAOBAR en el Alto Tajo (El Machorro) y de SIBELCO en la cuenca de Riodeva, comparten la topografía de colinas y cauces sinuosos, que permite el control de la escorrentía y la existencia de amplias superficies (divisorias y laderas) en las que la erosión no limita el desarrollo de la vegetación. Y este es el resultado más importante: la topografía GeoFluv no compromete el desarrollo de la vegetación y el suelo. Sin embargo, en los tres escenarios hemos observado que -sobre sustratos de mala calidad (habitualmente estériles con propiedades físicas extremas)- se genera erosión que condiciona la revegetación, aunque estén sobre superficies GeoFluv. Ello quiere decir que la topografía GeoFluv es condición necesaria, pero no suficiente para la estabilidad de los paisajes restaurados frente a la erosión.

En el plano de la práctica de la restauración he observado en todos los casos un entusiasmo del personal de las empresas implicado –desde los operadores de la maquinaria hasta los ingenieros responsables- hacia esta forma de restaurar, que les produce una gran satisfacción personal.

¿Qué papel juega el monitoreo de la topografía y la hidrología en las zonas mineras restauradas con el método GeoFluv?

El seguimiento y la evaluación de los resultados de los proyectos de restauración es una tarea imprescindible para conocer si funciona lo que estamos haciendo y para obtener datos que nos permitan mejorar las actuaciones.

Como la principal causa del fracaso de las restauraciones mineras es el efecto de la erosión hídrica sobre la vegetación y el suelo, conocer su evolución es tarea necesaria.

No hay que olvidar que el concepto de "manejo experto de la escorrentía", que nosotros utilizamos como base para la restauración geomorfológica, surgió del seguimiento exhaustivo que se llevó a cabo en diversas restauraciones en la minería del carbón en Teruel.

¿Qué beneficios tiene este método en la restauración de zonas mineras en ambientes mediterráneos?

Los ambientes mediterráneos son muy erosivos, por las precipitaciones intensas y por la topografía abrupta. Esto se acentúa en los paisajes mineros por los materiales no consolidados que los conforman. Por ello, las restauraciones mineras convencionales con topografía talud-berma, han dado tantos problemas de erosión, que han dado al traste con cunetas, bajantes, taludes y con el suelo y la vegetación. Los eventos pluviales extremos, cuando llegaban, destruían el trabajo de restauración realizado.

Así que, en los ambientes mediterráneos, la clave es ese manejo experto de la escorrentía, mediante:

  1. la construcción de una topografía estable: la restauración geomorfológica.
  2. la selección de sustratos estables –no necesariamente tierra vegetal orgánica, también sirven las formaciones superficiales coluvionares, tan abundantes en las montañas mediterráneas.
  3. una revegetación protectora, acoplada a la distribución del agua edáfica en las formas GeoFluv.


Participas en el proyecto LIFE TECMINE llevando a cabo el seguimiento de la topografía e hidrología de las zonas restauradas con el método GeoFluv. ¿Qué destacarías de este proyecto LIFE?

Desde el punto de vista técnico, hay que destacar la dificultad de este proyecto de restauración debido a las fuertes pendientes de la zona. Ello ha obligado a desarrollar soluciones ingeniosas.

Creo que es relevante la interacción del equipo experto en revegetación en ambientes mediterráneos del CEAM (Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo) con el equipo de la UCM (Universidad Complutense de Madrid) en el diseño de la restauración; con la UZ (universidad de Zaragoza) en el monitoreo; y con SIBELCO en el tratamiento del antiguo frente de explotación. La colaboración entre los equipos está siendo muy efectiva y enriquecedora.

Por otro lado, querría destacar la eficacia en la ejecución de las actuaciones. Los trabajos de restauración se realizaron de manera rápida y efectiva, de manera que el primer año y medio se terminaron casi todos los trabajos de restauración.

Probablemente, el éxito del proyecto descanse en gran medida en la buena labor de coordinación del mismo. Está siendo un aspecto clave, en mi opinión. Se promueve y facilita el contacto entre los actores del proyecto, la información está accesible; las reuniones son fluidas y los exigentes informes de la UE se presentan en plazo. Finalmente, la intensa actividad de divulgación es otro activo a destacar del Tecmine. 

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El territorio forestal de la Comunitat Valenciana

El territorio forestal de la Comunitat Valenciana

¿Sabías que…?

 
 
 

El territorio valenciano tiene casi 1,3 millones de hectáreas forestales, es decir, el 56% de la superficie de la Comunitat es terreno forestal.

Esta superficie está en aumento principalmente por el abandono de superficies de cultivos agrícolas y a la colonización de éstas por especies forestales. 

Los ecosistemas forestales conviven con los cultivos agrícolas otorgando al monte mediterráneo cierto carácter agroforestal. Las propiedades forestales suelen tener parcelas destinadas a la agricultura, que complementan las escasas rentas que producen los montes. 

Pero….¿qué se considera terreno forestal?

La definición completa de monte o terreno forestal está recogida tanto en la normativa sectorial estatal (Ley de montes), como en la autonómica (Ley Forestal Comunitat Valenciana y PATFOR).

A modo resumen, son montes o terrenos forestales todas las superficies cubiertas de especies forestales arbóreas, arbustivas, de matorral o herbáceas, de origen natural o procedente de siembra o plantación, que cumplan o puedan cumplir funciones ecológicas, de protección, de producción, de paisaje o recreativas.

¿A quién pertenece el suelo forestal?

En muchas ocasiones está presente la idea de que "el monte es de todas las personas", sin embargo, los terrenos forestales, al igual que los rústicos y los urbanos son propiedad de una persona, institución o administración pública, entre otros.

En la Comunitat Valenciana el 55,2% de los terrenos forestales pertenecen a particulares, el 38,6% son de propiedad pública y del 6,2% se desconoce su titularidad.

La titularidad pública se reparte fundamentalmente entre los ayuntamientos, que poseen tres cuartas partes de los terrenos forestales públicos (76%), quedando una menor proporción en manos de la Generalitat (15,4%) y otros entes locales (8,5%).

El terreno forestal de la Comunitat Valenciana se caracteriza por estar dominado por un minifundio privado (más de la mitad de la superficie privada está formada por explotaciones inferiores a 1 ha) que, además, está fuertemente ligado e interconectado con el uso agrícola.

División en demarcaciones forestales.

La organización en Demarcaciones Forestales, responde a lo expresado en la Ley 3/1993, de 9 de diciembre en su Título II, actuando como unidades de gestión, protección, y fomento de lo forestal.

La Demarcación Forestal se plantea como la unidad territorial adecuada para llegar a un compromiso entre una escala de planificación y gestión a la vez regional y adaptada a lo local. Su función principal es la atención a la ciudadanía en materia forestal, siendo un punto de encuentro de la sociedad con la Administración.

Los ecosistemas forestales en la Comunitat Valenciana

Los ecosistemas forestales en la Comunitat Valenciana

Pinar de Pinus halepensis (Monte de Utilidad Pública V028 "Zacae", Jalance)

 

El territorio valenciano abarca un gran abanico de ecosistemas forestales, desde masas de carácter arbóreo como los pinares, carrascales y alcornocales, hasta ecosistemas no arbolados como los romerales, aliagares y coscojares, entre otros. La superficie arbolada ocupa el 54% de la superficie forestal, siendo los pinares de Pinus halepensis los que mayor superficie ocupan (72% del terreno arbolado). Las superficies no arboladas ocupan un 46% del territorio forestal autonómico, siendo la garriga o coscojar la más representada (36% de la superficie no arbolada).

A continuación se describen brevemente los ecosistemas forestales presentes en el territorio valenciano. Más información en la memoria del PATFOR.

Ecosistemas arbolados

Pinares de pino carrasco (Pinus halepensis). El carácter pionero de esta especie y su buena adaptación a las condiciones del levante ibérico, han hecho que estos pinares sean comunes en buena parte de la geografía autonómica (518.664 ha). Las masas más extensas aparecen en el sur de la provincia de Castellón, en el interior de la de Valencia y en el norte de la de Alicante. Las formaciones de Pinus halepensis son esencialmente puras en más del 90% de su superficie y la mayor parte (84%) se encuentra en estado adulto (latizal o fustal).

Pinares de pino rodeno (Pinus pinaster). Aparecen asociados a sustratos de menor basicidad. En total ocupan 19.927 ha, de las cuales más de la mitad están en la provincia de Valencia (11.430 ha) aunque Castellón tiene también una superficie reseñable (8.144 ha), mientras que en Alicante el área es casi anecdótica (264 ha). Un tercio de la cabida se encuentra en estado de monte bravo y latizal.

Pinares de pino piñonero (Pinus pinea). Tienen escasa representación en la Comunitat (1.570 ha), apareciendo fundamentalmente en la provincia de Alicante, sin embargo, hay amplias zonas en la región valenciana donde podría desarrollarse.

Pinares de pino negral y silvestre (Pinus nigra y Pinus sylvestris). Comparten territorio apareciendo en el límite occidental de la provincia de Castellón y en El Rincón de Ademuz. El pino negral está presente en 45.260 ha, pudiendo establecerse en zonas más amplias que las actuales, en las áreas montañosas del interior de Castellón y Valencia. La mayor parte de las formaciones de pino negral son pinares puros densos (80% de su superficie) y adultos (latizales y fustales). Por su parte, el pino silvestre ocupa una superficie de 6.765 hectáreas, presentando forma densa o boscosa y edades adultas.

Las cupresáceas forman bosques esteparios poco densos. La sabina albar (Juniperus thurifera) es la especie dominante acompañada usualmente por el enebro común (J. communis). Los sabinares albares vegetan en el noroeste de Valencia, destacando las extensiones de El Rincón de Ademuz, y el suroeste de Castellón (en total 4.000 ha).

Carrascales o encinares (Quercus ilex subsp. Ballota). Esta especie de increíble valencia ecológica ocupa 95.700 ha, siendo especie acompañante inevitable en muchos de los montes de la Comunitat Valenciana. Como consecuencia de los repetidos recepes por corta o fuego para el uso leñero tradicional son plantas envejecidas con los brotes juveniles (latizal y monte bravo).

Quejigares (Quercus faginea). Actualmente ocupa 5.668 hectáreas en las que se presenta como especie dominante en algunas manchas del noroeste de Castellón, apareciendo como secundaria ocasionalmente también en esa provincia y en menor proporción en la de Valencia; más al sur aparece relícticamente como acompañante en la umbría de la Font Roja, en Alicante.

Alcornocales (Quercus suber). Esta especie es eminentemente relicta, asociada a suelos silíceos. La superficie actualmente ocupada por el alcornoque (6.700 ha) se sitúa en las sierras de Espadán, Calderona y en los municipios de Llutxent y Pinet. El aprovechamiento corchero ha favorecido la forma fundamental de masa en monte alto de esta fagácea.

Ecosistemas no arbolados

La Comunitat Valenciana alberga una gran diversidad de ecosistemas no arbolados, ocupando aproximadamente el 40% de la superficie forestal total, los cuales se han agrupado según el fitoclima en: nemorales o nemoromediterráneos, mediterráneos, xerotermófilos y otros.

Los ecosistemas no arbolados mediterráneos son los que mayor presencia tienen en el territorio (443.175 ha), con más de 20 tipos de formaciones. La garriga es la formación arbustiva mayoritaria de la Comunitat Valenciana, ocupa prácticamente el 50% de la superficie no arbolada (159.578 ha), seguida de los romerales (52.799 ha).

Los matorrales o herbazales de montaña y ambientes frescos (nemorales) incluyen aquellas formaciones vegetales no arboladas situadas por encima de los 700 m de altitud. Este grupo, en el que se integran las bardas o espinares, los bojares y enebrales de montaña, entre otros, ocupa cerca de 60.000 ha.

Bajo la agrupación de matorrales xerotermófilos se incluye un número importante de comunidades vegetales dispares (53.357 ha): espartales, romerales, romero-espartales, matorrales nitro-termófilos, matorrales acusadamente termófilos y gran parte de los tomillares.

En la Comunitat Valenciana existen además 33.000 ha con ecosistemas forestales no arbolados de carácter azonal, marcados por características específicas de suelo, pendiente u otros factores diferentes al clima. Entre ellos se incluyen los matorrales asociados a suelos yesíferos, las playas y dunas del litoral, los canchales y roquedos que presentan grandes limitaciones para la vegetación o la vegetación de ribera, que supone aproximadamente el 50% de esta superficie.

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